Ebook: La justicia del inca
Author: Tristán Marof
- Genre: Other Social Sciences // Philosophy
- Tags: Tristán Marof, Justicia, Andes, Bolivia, Incas, Inkas, Justice
- Series: Marxist.org
- Year: 1926
- Publisher: La Edición Latino Americana
- City: Bruselas
- Language: Spanish
- pdf
Este libro me causará molestias. ¿Cuál de mis libros no me ha producido? Tengo costumbre de
embarcarme en ignotos bajeles, rumbo hacia otro planeta. Pero sé que existe. Me atrae lo
desconocido, desafío la injuria, busco un nuevo rayo de sol. El peligro más que una satisfacción
romántica es una voluptuosa necesidad. Por encima de las conciencias incrédulas vive una
armonía que no se la puede obtener sino al precio de abnegaciones absolutas. La gente de hoy
las evita. El sacrificio es de los heroicos. Hay gente que no reclama sino una espada, la verdad
en alto y se lanza a la pelea. Y es preferible esto a vivir en medio de la injusticia, complaciente y
cortés, aceptando el tributo que la vieja sociedad sabe pagar a la complicidad. Yo me excuso
largamente. No he sido cómplice de ella sino hasta cierto punto. Lo poco que he recibido de sus
manos ha sido para fraguar armas que la decapiten. Por eso ni reconocimiento ni temor.
Obedezco a un fin y estoy absuelto.
Otros vendrán detrás de mi y me pedirán cuentas. La vieja sociedad se sostendrá algún tiempo
más merced a hábiles taumaturgias, a oscuras astucias, babeando a cada paso, eso sí, la
estupidez, el desacierto, el crimen. Y ahora sin pérdida de tiempo al combate. El enemigo en sus
últimos pujos desafía soberbio. Hay más de una mueca de suficiencia y desdén en sus labios.
Está dispuesto a castigar. La gente honesta pide a gritos la represión. la represión para todos los
que no marchan por donde ella ha marchado, para los que se rebelan de aceptar dogmas
absurdos, cuya incoherencia es una realidad tangible, para los que, a la luz meridiana, en nombre
de la justicia, sin sentimentalismos, reclaman la igualdad económica.
En la arena el enemigo está revestido de todas sus armas. Son formidables, pero yo sé cómo
debo matarlo y vencer.
A ti gran Tupaj, fuerte y supremo, que impasible sufriste el bárbaro castigo del conquistador
cuando te arrastraban en la cola de un potro furioso; a ti te digo que tu raza se alzara de las
ruinas y volverá a saciarse de sol y de abundancia.
embarcarme en ignotos bajeles, rumbo hacia otro planeta. Pero sé que existe. Me atrae lo
desconocido, desafío la injuria, busco un nuevo rayo de sol. El peligro más que una satisfacción
romántica es una voluptuosa necesidad. Por encima de las conciencias incrédulas vive una
armonía que no se la puede obtener sino al precio de abnegaciones absolutas. La gente de hoy
las evita. El sacrificio es de los heroicos. Hay gente que no reclama sino una espada, la verdad
en alto y se lanza a la pelea. Y es preferible esto a vivir en medio de la injusticia, complaciente y
cortés, aceptando el tributo que la vieja sociedad sabe pagar a la complicidad. Yo me excuso
largamente. No he sido cómplice de ella sino hasta cierto punto. Lo poco que he recibido de sus
manos ha sido para fraguar armas que la decapiten. Por eso ni reconocimiento ni temor.
Obedezco a un fin y estoy absuelto.
Otros vendrán detrás de mi y me pedirán cuentas. La vieja sociedad se sostendrá algún tiempo
más merced a hábiles taumaturgias, a oscuras astucias, babeando a cada paso, eso sí, la
estupidez, el desacierto, el crimen. Y ahora sin pérdida de tiempo al combate. El enemigo en sus
últimos pujos desafía soberbio. Hay más de una mueca de suficiencia y desdén en sus labios.
Está dispuesto a castigar. La gente honesta pide a gritos la represión. la represión para todos los
que no marchan por donde ella ha marchado, para los que se rebelan de aceptar dogmas
absurdos, cuya incoherencia es una realidad tangible, para los que, a la luz meridiana, en nombre
de la justicia, sin sentimentalismos, reclaman la igualdad económica.
En la arena el enemigo está revestido de todas sus armas. Son formidables, pero yo sé cómo
debo matarlo y vencer.
A ti gran Tupaj, fuerte y supremo, que impasible sufriste el bárbaro castigo del conquistador
cuando te arrastraban en la cola de un potro furioso; a ti te digo que tu raza se alzara de las
ruinas y volverá a saciarse de sol y de abundancia.
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