Cristóbal Coló fue el cronista de su propia hazaña: un viaje y un descubrimiento que cambiaron el mundo entero.
Un documento fundamental para conocer y entender el descubrimiento de América, a partir de las dos versiones conocidas del diario de Cristóbal Coló: la de Hernando Coló y la de Fray Bartolomé de las Casas.
En 1492, el mundo se desdobló: Cristóbal Coló realizó un viaje que desembocaría en el descubrimiento de América. Durante su travesía, el Almirante asumió el papel de cronista y redactó un puntual libro de bitácora, de méritos más notariales que literarios.
Este documento, capítulo esencial de la memoria de la humanidad, se encuentra perdido. Por fortuna, conocemos su contenido, gracias a las copias que de él hicieron Hernando Coló, hijo del descubridor, y fray Bartolomé de las Casas. Ambas versiones, juntas por primera vezen un mismo libro, constituyen el relato de una epopeya, pero también de un misterio.
¿En verdad Coló, como se ha repetido tantas veces, buscaba una nueva ruta para llegar a las Indias y murió convencido de haberla encontrado? ¿Cómo pudo encontrar, sin titubeos, la ruta de regreso; seguía acaso indicaciones previas? ¿Por qué las referencias a Asia sólo aparecen en la versió de Las Casas? ¿Por qué, a lo largo de su diario, se empeña en describir las islas descubiertas como si fueran una extensió de España? ¿A qué se debe la parquedad de su tono, la evidente y desconcertante falta de sorpresa?
Christian Duverger plantea y despeja estas interrogantes en esta edició del Diario de a bordo, que, además de las versiones de Hernando y Bartolomé de las Casas, incluye la carta de Coló a Luis de Santángel, primer texto impreso en dar noticia del descubrimiento. El historiador nos advierte que esta cróica es un ejercicio de aproximació al otro,