Ebook: Paraísos del saber. 50 bibliotecas emblemáticas del Perú
Author: Ingrid Yrivarren, Morgana Vargas Llosa, Hans Stoll
- Genre: Education // Encyclopedia
- Tags: Bibliotecología, Bibliotecology, Librarys, Bibliotecas, Peru, Peruvian Libraries, Bibliotecas peruanas, Lima, Bibliotecas de Lima
- Year: 2015
- Publisher: Telefónica
- City: Lima
- Language: Spanish
- pdf
Rincones, atmósferas, salas llenas de luz o en penumbra que acarician nuestras emociones; emociones que colman nuestros sentidos de una
pasión por indagar qué hay más allá de esos puentes hacia todas partes que son los estantes cargados de libros y, dentro de ellos, universos
procelosos o calmos, el conocimiento y las revelaciones que abrirán sus horizontes a nuestras preguntas y anhelos. Fachadas señoriales o arquitecturas monumentales, modernas, austeras, cobijan bibliotecas institucionales y privadas en este nuestro Perú siempre redescubierto por
quienes, solemnes o gozosos, llenos de interrogantes vamos en busca de aquello que, en las bibliotecas, nos muestra el mundo.
El hombre inventa la escritura en Sumeria y, con ella, en tablillas de barro esgrafiadas que contenian desde transacciones comerciales hasta el
poema más famoso de la antigüedad —el del rey héroe Gilgamesh y su amigo Enkidu—, aparece la necesidad de atesorar lo que, con el paso
de los milenios, se convertirá en la memoria de la humanidad, y esto no pudo ser en otro lugar más que en una biblioteca.
Todos hemos escuchado acerca de la de Alejandría, eje del conocimiento de Medio Oriente, pero, a su lado, y más pretérita todavía, la de
Asurbanipal; luego las egipcias, las griegas; las de la India, las de Persia; de lo cuneiforme al glifo, a la tablilla de cera, a las palabras en pergaminos: historia, alianzas, política, sencillos relatos de la vida cotidiana, textos sagrados y oraciones, viajes y conquistas. Todo guardado en
espacios particulares; algunos concebidos como templos, otros tan humildes como el cuarto o la celda de un sabio o de un monje. La biblioteca como el ámbito al que se acude para saber cómo es que el hombre ha sido capaz de conocer y entender el mundo donde vive, el que
transforma día a día, al que le da sentido con su propia existencia. Y luego la imprenta, para hacer más duradero y difundir más allá de toda
frontera el pensamiento; pero el libro siempre como vehículo del tiempo y como la presencia intemporal de la sabiduría.
Ninguna biblioteca es una simple acumulación de libros; esta no es una máxima sino una verdad que se hace vívida cuando entramos en esa
especie de templo que es el acervo personal de un amigo, un maestro o un escritor. La formación de una biblioteca es un ejercicio amoroso
de paciencia, búsqueda y hasta de encuentros azarosos. Y si no es acumulación de libros, hoy, en la era de la digitalización, tampoco es una
terquedad, porfía por aferrarse al pasado, nostalgia a ultranza. Es, y cada vez más —y así nos lo hacen ver los personajes cuyas bibliotecas
aparecen en este libro—, la persistencia en el cultivo de algo que parece perderse apresuradamente y sin remedio: el diálogo; en este caso, el
del autor con el lector a través del vehículo corpóreo del libro, de su textura, de su tipografía, de su calidez, procedencia y edad.
Laberintos, axis mundi, multiplicación de palabras en el entrecruzamiento de ideas, épocas y temas, matriz y fuente del pensamiento, de
la identidad y del presente de un país. A través de las imágenes que muestran los recintos y nos permiten evocar los espacios en los que
aguardan los libros a sus lectores, fotografías tomadas con sensibilidad y esa sutileza capaz de captar el espíritu que define a cada biblioteca,
podemos gozar de esos espacios sagrados, íntimos, compartidos, que nos permiten adentrarmos a las 50 bibliotecas públicas y privadas más
emblemáticas del Perú.
Paraísos del Saber nos muestra esos ámbitos navegantes en océanos de palabras; refugios privilegiados, testigos y al mismo tiempo cómplices
de la obra, de la vida de los personajes que han dejado impreso su saber y reunido una colección que da y dará fe de sus intereses, vocaciones y preferencias, y también su generosidad para con esos lectores anónimos que entran a la Biblioteca Amazónica o a la del Instituto Riva
Agüero, entre otras consignadas aquí, o a consultar libros en las bibliotecas conventuales —como diría Henry Miller, “eso era como ocupar
un palco en el paraíso”—, como la del centenario convento de Santo Domingo, en Lima, o la del convento de Santa Rosa de Ocopa, en
Huancayo. Bibliotecas que nos permiten acercarnos a aquellos seres que han puesto el conocimiento como prioridad sobre su propia ambición
profesional, que saben y nos hacen saber que los libros, y lo que cada uno de ellos encierra, es perfección insuperable de nuestra imaginación.
En sus bibliotecas mantienen encuentros con escritores, con estudiosos que buscan en la penumbra de la noche el cobijo de la auténtica luz
de la verdad. A través de Paraísos del Saber descubriremos, más allá de sus dimensiones, el significado de los libros, aquellos que encierran las
fantasías y los conocimientos, y también aquellos que vuelven a llenarnos de interrogantes para proseguir en la búsqueda. Admirar los estantes, los libros alineados o no de una biblioteca nos despierta la conciencia a la sonoridad y al peso, a la sensación de encontrarnos inmersos
en un ámbito de ensoñación y de realidades concretas en donde podremos viajar a mundos imaginarios. Aquí recuerdo una frase de Vicente
Molina Foix: “Leer es una operación que significa también gozar, paladear aquella belleza que, al igual que los sonidos de una hermosa sinfonía, los colores de un cuadro insólito o las ideas de una aguda argumentación, despiden las palabras unidas a su soporte material”.
La visita a las bibliotecas de algunos de los autores, estudiosos, maestros y personajes que han marcado en buena medida el rumbo de la
cultura peruana e iberoamericana en los últimos tiempos, dará oportunidad al lector de conocerlos en su intimidad, en su ámbito creador; y
lo mismo con los acervos de las bibliotecas institucionales que también presentamos. Pero hay además otra intención: la de acceder, a través
de las seis secciones que componen este libro —una forma no de clasificar, sino de señalar una posible ruta de acercamiento a obsesiones,
preferencias, vocaciones, encuentros y expediciones—, al conocimiento del alma peruana y, con ella, del espíritu de la humanidad.
Con Paraísos del Saber queremos dejar un legado testigo de nuestro tiempo e historia, con la ilusión de que la biblioteca perdurará a pesar
de todo, como diría Borges, iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.
pasión por indagar qué hay más allá de esos puentes hacia todas partes que son los estantes cargados de libros y, dentro de ellos, universos
procelosos o calmos, el conocimiento y las revelaciones que abrirán sus horizontes a nuestras preguntas y anhelos. Fachadas señoriales o arquitecturas monumentales, modernas, austeras, cobijan bibliotecas institucionales y privadas en este nuestro Perú siempre redescubierto por
quienes, solemnes o gozosos, llenos de interrogantes vamos en busca de aquello que, en las bibliotecas, nos muestra el mundo.
El hombre inventa la escritura en Sumeria y, con ella, en tablillas de barro esgrafiadas que contenian desde transacciones comerciales hasta el
poema más famoso de la antigüedad —el del rey héroe Gilgamesh y su amigo Enkidu—, aparece la necesidad de atesorar lo que, con el paso
de los milenios, se convertirá en la memoria de la humanidad, y esto no pudo ser en otro lugar más que en una biblioteca.
Todos hemos escuchado acerca de la de Alejandría, eje del conocimiento de Medio Oriente, pero, a su lado, y más pretérita todavía, la de
Asurbanipal; luego las egipcias, las griegas; las de la India, las de Persia; de lo cuneiforme al glifo, a la tablilla de cera, a las palabras en pergaminos: historia, alianzas, política, sencillos relatos de la vida cotidiana, textos sagrados y oraciones, viajes y conquistas. Todo guardado en
espacios particulares; algunos concebidos como templos, otros tan humildes como el cuarto o la celda de un sabio o de un monje. La biblioteca como el ámbito al que se acude para saber cómo es que el hombre ha sido capaz de conocer y entender el mundo donde vive, el que
transforma día a día, al que le da sentido con su propia existencia. Y luego la imprenta, para hacer más duradero y difundir más allá de toda
frontera el pensamiento; pero el libro siempre como vehículo del tiempo y como la presencia intemporal de la sabiduría.
Ninguna biblioteca es una simple acumulación de libros; esta no es una máxima sino una verdad que se hace vívida cuando entramos en esa
especie de templo que es el acervo personal de un amigo, un maestro o un escritor. La formación de una biblioteca es un ejercicio amoroso
de paciencia, búsqueda y hasta de encuentros azarosos. Y si no es acumulación de libros, hoy, en la era de la digitalización, tampoco es una
terquedad, porfía por aferrarse al pasado, nostalgia a ultranza. Es, y cada vez más —y así nos lo hacen ver los personajes cuyas bibliotecas
aparecen en este libro—, la persistencia en el cultivo de algo que parece perderse apresuradamente y sin remedio: el diálogo; en este caso, el
del autor con el lector a través del vehículo corpóreo del libro, de su textura, de su tipografía, de su calidez, procedencia y edad.
Laberintos, axis mundi, multiplicación de palabras en el entrecruzamiento de ideas, épocas y temas, matriz y fuente del pensamiento, de
la identidad y del presente de un país. A través de las imágenes que muestran los recintos y nos permiten evocar los espacios en los que
aguardan los libros a sus lectores, fotografías tomadas con sensibilidad y esa sutileza capaz de captar el espíritu que define a cada biblioteca,
podemos gozar de esos espacios sagrados, íntimos, compartidos, que nos permiten adentrarmos a las 50 bibliotecas públicas y privadas más
emblemáticas del Perú.
Paraísos del Saber nos muestra esos ámbitos navegantes en océanos de palabras; refugios privilegiados, testigos y al mismo tiempo cómplices
de la obra, de la vida de los personajes que han dejado impreso su saber y reunido una colección que da y dará fe de sus intereses, vocaciones y preferencias, y también su generosidad para con esos lectores anónimos que entran a la Biblioteca Amazónica o a la del Instituto Riva
Agüero, entre otras consignadas aquí, o a consultar libros en las bibliotecas conventuales —como diría Henry Miller, “eso era como ocupar
un palco en el paraíso”—, como la del centenario convento de Santo Domingo, en Lima, o la del convento de Santa Rosa de Ocopa, en
Huancayo. Bibliotecas que nos permiten acercarnos a aquellos seres que han puesto el conocimiento como prioridad sobre su propia ambición
profesional, que saben y nos hacen saber que los libros, y lo que cada uno de ellos encierra, es perfección insuperable de nuestra imaginación.
En sus bibliotecas mantienen encuentros con escritores, con estudiosos que buscan en la penumbra de la noche el cobijo de la auténtica luz
de la verdad. A través de Paraísos del Saber descubriremos, más allá de sus dimensiones, el significado de los libros, aquellos que encierran las
fantasías y los conocimientos, y también aquellos que vuelven a llenarnos de interrogantes para proseguir en la búsqueda. Admirar los estantes, los libros alineados o no de una biblioteca nos despierta la conciencia a la sonoridad y al peso, a la sensación de encontrarnos inmersos
en un ámbito de ensoñación y de realidades concretas en donde podremos viajar a mundos imaginarios. Aquí recuerdo una frase de Vicente
Molina Foix: “Leer es una operación que significa también gozar, paladear aquella belleza que, al igual que los sonidos de una hermosa sinfonía, los colores de un cuadro insólito o las ideas de una aguda argumentación, despiden las palabras unidas a su soporte material”.
La visita a las bibliotecas de algunos de los autores, estudiosos, maestros y personajes que han marcado en buena medida el rumbo de la
cultura peruana e iberoamericana en los últimos tiempos, dará oportunidad al lector de conocerlos en su intimidad, en su ámbito creador; y
lo mismo con los acervos de las bibliotecas institucionales que también presentamos. Pero hay además otra intención: la de acceder, a través
de las seis secciones que componen este libro —una forma no de clasificar, sino de señalar una posible ruta de acercamiento a obsesiones,
preferencias, vocaciones, encuentros y expediciones—, al conocimiento del alma peruana y, con ella, del espíritu de la humanidad.
Con Paraísos del Saber queremos dejar un legado testigo de nuestro tiempo e historia, con la ilusión de que la biblioteca perdurará a pesar
de todo, como diría Borges, iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.
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