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Ebook: El hombre en busca de sentido

Author: Viktor Frankl

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27.01.2024
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El Dr. Frankl, psiquiatra y escritor, suele preguntar a sus pacientes aquejados de
múltiples padecimientos, más o menos importantes: "¿Por qué no se suicida usted?" Y
muchas veces, de las respuestas extrae una orientación para la psicoterapia a aplicar: a
éste, lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un talento, una habilidad sin explotar; a un
tercero, quizás, sólo unos cuantos recuerdos que merece la pena rescatar del olvido. Tejer
estas tenues hebras de vidas rotas en una urdimbre firme, coherente, significativa y
responsable es el objeto con que se enfrenta la logoterapia, que es la versión original del Dr.
Frankl del moderno análisis existencial.
En esta obra, el Dr. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la
logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los bestiales campos de concentración, él
mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. Sus padres, su
hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de concentración o fueron enviados a
las cámaras de gas, de tal suerte que, salvo una hermana, todos perecieron. ¿Cómo pudo él
—que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció
hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio—, cómo
pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla ? El psiquiatra que personalmente ha tenido
que enfrentarse a tales rigores merece que se le escuche, pues nadie como él para juzgar
nuestra condición humana sabia y compasivamente. Las palabras del Dr. Frankl tienen un
tono profundamente honesto, pues se basan en experiencias demasiado hondas para ser
falsas. Dado el cargo que hoy ocupa en la Facultad de Medicina de Viena y el renombre que
han alcanzado las clínicas de logoterapia que actualmente van desarrollándose en los
distintos países tomando como modelo su famosa Policlínica Neurológica de Viena, lo que el
Dr. Frankl tiene que decir adquiere todavía mayor prestigio.
Es difícil no caer en la tentación de comparar la forma que el Dr. Frankl tiene de enfocar
la teoría y la terapia con la obra de su predecesor, Sigmund Freud. Ambos doctores se
aplican primordialmente a estudiar la naturaleza y cura de las neurosis. Para Freud, la raíz
de esta angustiosa enfermedad está en la ansiedad que se fundamenta en motivos
conflictivos e inconscientes. Frankl diferencia varias formas de neurosis y descubre el origen
de algunas de ellas (la neurosis noógena) en la incapacidad del paciente para encontrar
significación y sentido de responsabilidad en la propia existencia. Freud pone de relieve la
frustración de la vida sexual; para Frankl la frustración está en la voluntad intencional. Se da
en la Europa actual una marcada tendencia a alejarse de Freud y una aceptación muy
extendida del análisis existencial, que toma distintas formas más o menos afines, siendo una
de ellas la escuela de logoterapia. Es característico del abierto talante de Frankl el no
repudiar a Freud, antes bien construye sobre sus aportaciones; tampoco se enfrenta a las
demás modalidades de la terapia existencial, sino que celebra gustoso su parentesco con
ellas.
El presente relato, aun siendo breve, está elaborado con arte y garra. Yo lo he leído dos
veces de un tirón, incapaz de desprenderme de su hechizo. En alguna parte, hacia la mitad
del libro, Frankl presenta su propia filosofía de la logoterapia: lo hace como sin solución de
continuidad y tan quedamente que sólo cuando ha terminado el libro el lector se percata de
que está ante un ensayo profundo y no ante un relato más, forzosamente, sobre campos de
concentración.
Es mucho lo que el lector aprende de este fragmento autobiográfico : aprende lo que
hace un ser humano cuando, de pronto, se da cuenta de que no tiene "nada que perder
excepto su ridícula vida desnuda". La descripción que hace Frankl de la mezcla de emociones
y apatía que se agolpan en la mente es impresionante. Lo primero que acude en nuestro
auxilio es una curiosidad, fría y despegada, por nuestro propio destino. A continuación, y con
toda rapidez, se urden las estrategias para salvar lo que resta de vida, aun cuando las
oportunidades de sobrevivir sean mínimas. El hambre, la humillación y la sorda cólera ante
la injusticia se hacen tolerables a través de las imágenes entrañables de las personas
amadas, de la religión, de un tenaz sentido del humor, e incluso de un vislumbrar la belleza
estimulante de la naturaleza: un árbol, una puesta de sol.
Pero estos momentos de alivio no determinan la voluntad de vivir, si es que no
contribuyen a aumentar en el prisionero la noción de lo insensato de su sufrimiento. Y es en
este punto donde encontramos el tema central del existencialismo: vivir es sufrir; sobrevivir
es hallarle sentido al sufrimiento. Si la vida tiene algún objeto, éste no puede ser otro que el
de sufrir y morir. Pero nadie puede decirle a nadie en qué consiste este objeto: cada uno
debe hallarlo por sí mismo y aceptar la responsabilidad que su respuesta le dicta. Si triunfa
en el empeño, seguirá desarrollándose a pesar de todas las indignidades. Frankl gusta de
citar a Nietzsche: "Quien tiene un porque para, vivir, encontrará casi siempre el como".
En el campo de concentración, todas las circunstancias conspiran para conseguir que el
prisionero pierda sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han sido arrancadas de
cuajo, lo único que resta es "la última de las libertades humanas", la capacidad de "elegir la
actitud personal ante un conjunto de circunstancias". Esta última libertad, admitida tanto
por los antiguos estoicos como por los modernos existencialistas, adquiere una vivida
significación en el relato de Frankl. Los prisioneros no eran más que hombres normales y
corrientes, pero algunos de ellos al elegir ser "dignos de su sufrimiento" atestiguan la
capacidad humana para elevarse por encima de su aparente destino.
Como psicoterapeuta que es, el autor quiere saber cómo se puede ayudar al hombre a
alcanzar esta capacidad, tan diferenciadoramente humana, por otra parte. ¿Cómo puede uno
despertar en un paciente el sentimiento de que tiene la responsabilidad de vivir, por muy
adversas que se presenten las circunstancias? Frankl nos da cumplida cuenta de una sesión
de terapia colectiva que mantuvo con sus compañeros de prisión.
A petición del editor, el Dr. Frankl ha añadido a su autobiografía una breve pero
explícita exposición de los principios básicos de la logoterapia. Hasta ahora casi todas las
publicaciones de esta "tercera escuela vienesa de psicoterapia" (son sus predecesoras las
escuelas de Freud y Adler) se han editado preferentemente en alemán, de modo que el
lector acogerá con agrado este suplemento del Dr. Frankl a su relato personal.
A diferencia de otros existencialistas europeos, Frankl no es ni pesimista ni
antirreligioso; antes al contrario, para ser un autor que se enfrenta de lleno a la
omnipresencia del sufrimiento y a las fuerzas del mal, adopta un punto de vista
sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades
y descubrir la verdad conveniente y orientadora.
Recomiendo calurosamente esta pequeña obrita, por ser una joya de la narrativa
dramática centrada en torno al más profundo de los problemas humanos. Su mérito es tanto
literario como filosófico y ofrece una precisa introducción al movimiento psicológico más
importante de nuestro tiempo.
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